lunes, 4 de junio de 2012

Género peridístico: ayer y hoy


Género Ayer
En torno de 1810, surgen los periódicos, publicaciones de aparición  medianamente regular en su frecuencia de edición (que solía ser semanal),  como únicos medios de expresión pública, más bien órganos de difusión de ideas políticas.
Su aparición esporádica se debía, en parte, a que dependían de una única imprenta: la de Los Niños Expósitos, en ocasiones excedida en su capacidad de producción. En aquella época, se trabajaba con “letras de molde”, es decir que cada una de ellas era de plomo tallado o fundido, montado sobre una base de madera individual, con las que el oficial imprentero debía armar cada palabra letra a letra. A esto se deben los muchos errores ortográficos y gramaticales que plagan los periódicos de entonces.
Con el correr del tiempo, se sumaron otras imprentas, que incorporaron avances tecnológicos como la xilografía (un grabado a partir de una matriz de madera, tallada en relieve o el grabado de una plancha de cobre o el hueco grabado de una matriz de metal) y la litografía (bajorrelieve efectuado sobre una piedra), que permitieron anexar imágenes a los textos escritos.
La mecanización definitiva de la imprenta no se consiguió hasta el siglo XIX, cuando se sustituyeron la tabla de presión y el molde de impresión por superficies cilíndricas, dando lugar a las primeras rotativas.
Desde las décadas de 1860 y 1870 en adelante, se incorporaron algunas  fotografías en publicaciones como “La Ilustración Argentina”, “El Mosquito”, “La América del Sud”, y la destacada “Caras y Caretas”.
Al analizar tres periódicos del siglo XIX, como lo fueron “La Gazeta de Buenos Ayres”, “La Moda” y “El Zonda”, se encontraron las siguientes semejanzas:
En la portada de estas publicaciones se destaca el cabezal o cabecera, que señala su identidad, su imagen corporativa, por aquel entonces, sin logo alguno. En ella, están incluidos datos como la fecha de publicación, el número de edición y el precio. El nombre del periódico es el elemento inicial que sirve para atraer el interés del lector hacia el que va dirigido.
En las imágenes precedentes, se observa que era frecuente en los periódicos de entonces, la presencia de un lema, síntesis de su mirada filosófica o la ideología a la que adhería.
Por ejemplo, “La Gazeta de Buenos Ayres”, llevaba una cita latina de Tácito que era una declaración de principios: “¡Oh tiempos felices aquéllos en que es lícito pensar lo que se siente y decir lo que se piensa!”.
Durante el siglo XIX, el formato de las publicaciones fue variando. En el caso de “La Gazeta”, se trataba de un tamaño pequeño (media hoja oficio) que presentaba -como todos los de la época y a diferencia de los diarios de la actualidad- una primera plana sin grandes titulares ni anuncios de su contenido general. Ya debajo e inmediatamente a continuación de su cabezal aparecía directamente el desarrollo de un primer artículo, escrito a todo lo ancho de la página, sin encolumnado, que continuaba en su interior.
La Gazeta de Buenos Ayres incluyó bandos, comunicados oficiales, proclamas y noticias de otros periódicos. La Primera Junta declaró en el primer número su intención comunicativa: “anunciar al público los actos oficiales y las noticias exteriores y locales” y brindar “una exacta idea de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que se acuerda para consolidar la grande obra que se ha principiado; una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que se adoptan para allanarlos”. Este viejo periódico de 1810, emanación directa de la Revolución, resulta hoy acta de bautismo del periodismo argentino.
“La Moda” apareció el 18 de noviembre de 1837. Desde el mismo cabezal, los editores -selecto grupo de políticos literatos liberales entre ellos J. B. Alberdi y Rafael Corvalán- anunciaban  el tipo de publicación como: “gacetín semanal de música, de poesía, de literatura, de costumbres”, temas que se amplían a continuación, desde la misma primera plana. Su formato era pequeño. Se observa un avance en la diagramación de su cabezal, que incluye algunos recuadros; también en la distribución de los textos que aparecen allí a dos columnas y en las que sólo se destacaba un título general.
Entre los objetivos declarados en el primer número, se mencionaba que brindaría: “Una idea sucinta del valor específico y social de toda producción inteligente que en adelante apareciere en nuestro país”; “Nociones simples y sanas de urbanidad democrática”; “Crónicas pintorescas y frecuentes de los paseos públicos”.
La publicación estaba abocada a la literatura y alejada de la política, aunque incluyó el lema “Viva la Federación”, que algunos leían como una forma de acercamiento a Juan Manuel de Rosas y otros, como manera de satirizar su gobierno. Los artículos incorporaban una temática variada, escritura simple y estaban acompañados de dibujos. Esta estrategia comunicacional buscaba atraer y ampliar el público lector -incluyendo a mujeres y niños- y ponía de manifiesto el espíritu ilustrado de editores y redactores, que se propusieron educar y civilizar. 
También en  el periódico sanjuanino “El Zonda”, fundado y escrito por Sarmiento en 1839, se advierte similares características de formato y presentación que en el periódico “La Moda”: sin más titulares que  no sea el de la nota que allí comienza y se desarrolla en la misma primera plana; aunque ya se organizan los textos en todas las páginas del periódico a tres columnas, producto de los avances técnicos con los que se realizaron los ejemplares.
Se advierten pocos cambios en el género y  el estilo que continúa siendo doctrinal y moralizador, e intercala entre las cuestiones netamente políticas,  discusiones, réplicas y debates de corte estético literario.

La urgencia política de las intenciones que motivaron las  publicaciones de este período, y el hecho de que fuese la prensa escrita el único medio de comunicación social, hacía que sus redactores pusieran el acento en los contenidos más que en las formas.


Género Hoy
Comenzaban a salir los “diarios”, tal como los conocemos hoy; publicaciones de todos los días, que pueden leerse cotidianamente. Los  principales eran: El Nacional, dirigido por Dalmacio Vélez Sársfield; La Tribuna, de Héctor Varela;  El Siglo, dirigido por Federico de la Barra. La Capital de Rosario (1867). En 1869, Lucio V. Mansilla lanzó El Pueblo Argentino y aparecieron los todavía existentes diarios La Prensa (1869, dirigido por José C. Paz) y La Nación (1870, fundado por Mitre), matutinos por mucho tiempo, medios hegemónicos de transmisión de noticias y manejo de la opinión pública. Por ser aún poco frecuente la venta callejera, los diarios dependían económicamente de las suscripciones, de la fortuna de sus dueños o del favor oficial.
Últimas décadas finiseculares: se componían portadas sin aprovechar todas las posibilidades técnicas: diarios de importante tiraje como La Prensa y La Nación, no incluían grandes titulares ni fotografías. Se registraron cambios con el siglo XX: tecnológicos (implementación de rotativas y linotipias en reemplazo de la composición manual); de política editorial (mayor autonomía de las empresas periodísticas, con cercanías o lejanías con los gobiernos de turno); estéticos y de diseño (empleo de titulares-síntesis de artículos, fotos testimoniales y avisos publicitarios notables o clasificados).
En 1905 apareció La Razón, vespertino que llegó hasta hoy con dos ediciones: la 5ª y la 6ª, y dio respuestas a la ansiedad noticiosa que crecía con los años.
Con Crítica (1913) hubo un cambio significativo. Natalio Botana, su director, salió a competir entre los diarios vespertinos y llegó a vender 300 mil ejemplares. Con redactores notables de estilo lúdico, impuso el titular de gran cuerpo y la noticia policial con inocultable vocación amarillista. Fue particular intérprete de la sociedad argentina de los años 20 y 30 y le entregó a Petit de Murat y a Borges el suplemento de los sábados, que tuvo un sesgo intelectual: ambos de la vanguardia artepurista de los años ’20, del Grupo Florida (editores de la revista Martín Fierro), aportaron el tamaño tabloide, buscando la originalidad expresiva, la supremacía de la forma por sobre el contenido y el alejamiento de cuestiones “banales” como la política. En la otra vereda, se encontraba el Grupo Boedo, donde Roberto Arlt ponía en tela de juicio las divisiones entre “periodismo” y “literatura”.
En 1928 sale El Mundo, en formato tabloide y a mitad de precio. Dentro de él, además de difundirse historietas populares, Roberto Arlt publica sus “Aguafuertes porteñas”.En 1931, se funda Noticias Gráficas, con la novedad de doble página central ilustrada; más tarde Democracia, El Líder, El Laborista y La Vanguardia (1939),  diario de interés general.
Subsisten los grandes diarios tradicionales: La Nación, La Prensa, La Capital, La Voz del Interior, El Día y La Razón, en detrimento de una prensa sensacionalista que pierde terreno (Crítica, desde 1930).
Entre 1930 y 1955, con la ampliación del mercado lector y de la industria editorial, son muchas las revistas que se integran al sistema de información, recreación y educación mediante el periodismo; otras (como  Caras y Caretas y Nosotros) desaparecen. Las revistas humorísticas (Patoruzú, Cascabel y Rico Tipo), secciones de humor y crónica de costumbres en Crítica, Noticias Gráficas, Democracia, convocan a escritores de la literatura “culta” y a los vinculados con medios masivos, escudados tras seudónimos (“Chamico” y “Alguien”, Conrado Nalé Roxlo; “César Bruto”, Carlos Warnes; “Piolín de Macramé”, Florencio Escardó; “Wimpi”, el uruguayo Arthur Núñez García).
Luego de una larga lucha y reivindicación gremial, se sancionó el Estatuto del Periodista (Ley n° 12.908 de 8 de diciembre de 1946, modificado por Ley n° 13.513 del 15 de octubre de 1948), que estableció los lineamientos legales para ejercer la labor de prensa (condiciones de ingreso, régimen de trabajo, estabilidad, sistema provisional, sueldos, comisiones paritarias, etc.).  
En 1945 Roberto Noble fundó Clarín (destacado por su proyección futura y su masividad).En formato tabloide, con logotipo de tapa y titulares con algunas secciones en rojo, incluía deportes y espectáculos. El énfasis en temas locales y su acelerada distribución en los kioscos, le permitió convertirse en uno de los diarios de mayor tirada del país.
Crítica dejó de existir y en 1963 salió Crónica, dirigido por Héctor Ricardo García. Este diario, prontamente, se convirtió en referente de hechos policiales, a golpes de efecto y rasgos sensacionalistas.
En 1971, Jacobo Timerman fundó La Opinión, destinado a intelectuales, artistas, estudiantes y sectores progresistas de la clase media. Con redacción brillante (Horacio Verbitsky, Juan Gelman u Osvaldo Soriano), cobertura especial de las noticias del denominado “Tercer Mundo” y diseño refinado (sin fotografías pero con ilustraciones y caricaturas de Hermenegildo Sabat) La Opinión revolucionó el periodismo argentino.
Con la dictadura militar, hubo censura, clausura de medios, muerte y desaparición de trabajadores de prensa (asesinato del propietario y director del diario El Día de La Plata y del Diario Popular; secuestro y torturas sufridas por Jacobo Timerman y la desaparición del escritor Rodolfo Walsh, creador de la agencia de noticias Prensa Latina). Paralelamente, crecen diarios dedicados a la información exclusivamente económico–bursátil: El Cronista Comercial, La Gaceta Financiera y muy especialmente Ámbito Financiero, creado por Julio Ramos en 1976.
Entre 1974-1983 (muerte de Perón, luchas armadas, dictadura militar 1976-1983, Guerra de Malvinas), los medios reflejan –alternativamente- triunfalismo (revistas como Gente, Somos, La Semana) y decepción de los eternos opositores: diarios La Voz, Crónica (clausurado), revista Humor, (secuestrada).
El nuevo diseño de la cultura popular urbana y de los medios masivos de comunicación en desarrollo generó un escritor-periodista profesional, que transformó incluso estilos y géneros de la prensa escrita.
En 1987, Página/12 sale a la calle dirigido por Jorge Lanata; ofreció -para desconcierto general-  en sólo 16 páginas, una cuota de irreverencia, humor, lucidez y desparpajo; otras innovaciones del diario: su diseño e irrevocable rol de opositor. 

















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